Diálogo y feminismo
Rosa María
Belda Moreno
Mujeres y
Teología. Ciudad Real
¿Es
posible el diálogo cuando pensamos diferente? ¿Qué ocurre cuando alguien ataca
algo en lo que crees, de forma desproporcionada y contundente? ¿Hay ocasión
para reconstruir cuando te sientes malinterpretada o despreciada? ¿Podemos
aprender juntos a través del diálogo, liberándonos de prejuicios?
Todas estas
preguntas resuenan en mí cuando oigo opiniones sobre que el feminismo es
destructivo, cuando observo que es fácil con las palabras hacer daño, mostrar posturas
férreas y levantar muros en vez de tender puentes. ¿Y cómo lo haremos las que
creemos en que el feminismo es una posibilidad de trabajar por la justicia?
El género y el «gran saco»
Para abrir
camino diré que la perspectiva de género es utilizada por todas las
Organizaciones que trabajan por los derechos humanos. Basta con poner esta
palabra en los buscadores de Internet para tener entrada a los Informes de
Naciones Unidas, o de Amnistía Internacional, o de Cáritas.
La
perspectiva de género es la «mirada» que pone atención a la discriminación que
sufren las mujeres en el mundo por el hecho de ser mujeres. Mujeres que son
sometidas a leyes injustas, mujeres que se llevan la peor parte cuando hablamos
de SIDA en África, o que son más pobres entre las personas pobres de un mismo
lugar. Mujeres que son violadas en las guerras, sistemáticamente, o que son
engañadas y prostituidas por las mafias. Niñas que son vendidas como esclavas o
entregadas como una mercancía, que son casadas con varones a los que no
quieren, y enclaustradas en relaciones en las que siempre tienen las de perder,
«sometidas» en todos los aspectos de la vida.
Cuando se
habla de género, hay que saber bien de qué hablamos. Y no vale meter en el
mismo saco el aborto, la transexualidad, la elección de sexo,
de maternidad sin
útero, etc.
Que no,
que de eso no va la perspectiva de género. Por mucho que algunas mujeres feministas
hayan defendido también estas cosas con «mucho ruido». Otras feministas no lo
defendemos, y también existimos.
Tendiendo puentes
Quizá, los
que pensamos de una u otra manera tenemos que hablar más. Con el lenguaje podemos
hacernos mucho bien y mucho mal. Por eso, hablemos más, sentémonos en las mesas
de los despachos y de los cafés y hablemos de feminismo como propuesta.
Es cierto
que hay un hecho importante al que toda la sociedad ha de dar respuesta. La
emancipación de las mujeres, su desarrollo como profesionales fuera del hogar
conlleva replantear el tema del cuidado: cómo cuidar a los hijos, a los
mayores, cómo construir relaciones de familia con esta realidad.
Es
responsabilidad de todos y de todas. La mejor respuesta no creo que sea atacar
dicha emancipación ni a las mujeres que «dieron a luz», y siguen pariendo esta
dificultosa historia.
Creo que
estamos llamadas a tender puentes, a construir juntos un espacio nuevo. No vale
tirar piedras y esconder la mano. Si vivimos una nueva etapa, y esto es así,
construyamos en positivo, sentémonos a pensar juntos, varones y mujeres, cómo lo
hacemos. Hacer teoría no es tan difícil. Lo más complicado es darnos la mano,
tomar la del otro, y construir la práctica cotidiana de un mundo más justo y
humano.
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