viernes, 28 de febrero de 2014

Las mujeres son mayoría en la judicatura, pero no en los tribunales de más rango

El nombramiento de Ana Ferrer, la todavía presidenta de la Audiencia Nacional de Madrid, como magistrada de la Sala de lo Penal del Supremo es un hito en la carrera judicial al entrar por primera una mujer en uno de los pocos recintos de la justicia española copado hasta ahora únicamente por hombres. Pero la presencia de las mujeres en la judicatura es mayoritaria desde hace años. Según los datos hechos públicos hoy por el Consejo General del Poder Judicial, el 51% de los 5.219 jueces y magistrados en activo que hay en España son mujeres.

La imagen se repite promoción tras promoción de jueces recién ingresados en la carrera. Las mujeres superan sistemáticamente desde hace años a los hombres que consiguen sacarse la oposición. De los 231 nuevos jueces que ingresaron en la magistratura el año pasado, el 63,2% fueron mujeres. El dato continúa la tendencia observada en 2012, cuando el porcentaje de juezas recién incorporadas fue del 66,1%.
A pesar de ser mayoría, las mujeres todavía son minoritarias en los órganos más importantes, como la Audiencia Nacional, los tribunales superiores de justicia o el Tribunal Supremo, pero los datos del órgano de gobierno de los jueces auguran que alcanzarán pronto todos sus ámbitos, ya que su media edad es inferior a la de sus compañeros de sexo masculino. El promedio de edad de juezas y magistradas es de 45 años, frente a los 50 de los hombres.

Según las estadísticas judiciales, las mujeres son mayoría en los juzgados de violencia sobre la mujer (66,7%) y en los de Primera Instancia e Instrucción (65,1%). Por el contrario, solo ocupan el 26,6% de los juzgados de lo mercantil. En el Supremo solo había nueve magistradas hasta la incorporación de Ferrer a la Sala de lo Penal e Inés Huerta a la de lo contencioso-administrativo.

Por comunidades, la presencia femenina es superior en Baleares, Canarias, CAstilla y León, Cataluña, Comunidad Valenciana, Extremadura, Galicia, Madrid y País Vasco. En este último territorio, seis de cada diez jueces son mujeres.

jueves, 27 de febrero de 2014

De los sueños de Nassima a los de Malala


 En el año 2000 Nassima soñaba con huir de Afganistán para poder jugar en la calle, escuchar música o jugar con su amigo Mohamed. En 2014 Malala lo sigue haciendo, en su caso de Pakistán, para poder ir a la escuela. Algunas cosas han cambiado en Afganistán y en el Pakistán de los talibanes en los últimos años, pero poco para la dignidad de las niñas y mujeres.

Nassima, de once años, quería ser como su amigo y poder jugar y caminar libremente por la calle, ir al colegio, escuchar música o lanzar cometas por las calles de Afganistán (Los Sueños de Nassima. Ed. La Galera) y solo soñaba con salir de su país escondida en una de las alfombras que fabricaba su padre y exportaba a través de Pakistán. No podía entender por qué ni las mujeres ni las niñas podían acudir a un hospital cuando estuviesen enfermas, por qué su entrada estaba prohibida.
Por esa razón su abuela Fatuma no había muerto de milagro cuando intentaron ingresarla con un problema de corazón. Recordaba como  era feliz en su antigua  escuela, aunque se tratase de un edificio destartalado, sin ventanas y con una pizarra que un día sí y otro también se caía al suelo. Quería aprender a leer porque su padre le había dicho que eso era lo más bonito que había en el mundo, que leyendo se puede soñar, se pueden vivir otras vidas, viajar, ser otras personas y eso a Nassima le parecía algo fantástico.
Pero esta niña de Kabul pensaba que “desde que esos hombres barbudos y ojos febriles, llamados talibán, habían llegado al poder, ella había dejado de ir a la escuela, ya no podía jugar en la calle con sus amigos, no podía leer ni asomarse a la ventana de su casa”.
Eso ocurría en el año 2000, hace 14 años y ahora Nassima, con 24 años, sigue sufriendo todo tipo de discriminaciones. Tras perder el poder los talibanes volvió a la escuela y a jugar con su amigo Mohamed con el que se acabó casando pero su vida es una continua lucha. Ahora Nassima es una activista de los derechos de las mujeres como lo fue Sushmita Benerjee, una escritora hindú casada con un afgano que el pasado mes de septiembre fue asesinada de 20 balazos en la puerta de una escuela. Sushmita siempre fue un objetivo de los talibanes, por ser mujer, por negarse a llevar burka pero sobre todo por sus libros publicados en India denunciando la situación de las niñas y mujeres afganas.

image from http://aviary.blob.core.windows.net/k-mr6i2hifk4wxt1dp-14022519/b139053e-e21b-4b72-a85d-6fd517047aef.pngEl año pasado una representación del Gobierno afgano tuvo que rendir cuentas ante Naciones Unidas de la situación de las mujeres. Intentaron justificar la labor realizada por el gobierno pero con poco éxito. El documento hablaba de 167 “incidentes” que afectaban a la educación, de los que el 49% se atribuyeron a grupos armados, incluidas las fuerzas de los talibanes, el 25% a fuerzas progubernamentales y el 26% a autores no identificados. Diversos grupos armados perpetraron ataques contra escuelas, lo que incluyó la utilización de artefactos explosivos improvisados y ataques suicidas, la quema de escuelas y el secuestro y la matanza de personal docente. Varios grupos armados también fueron responsables de actos de intimidación, amenazas contra maestras  y alumnas y cierres forzados de estos centros.
Ante estos hechos nos deberíamos preguntar qué ha cambiado en Afganistán y en las zonas de Pakistán dominadas por los talibanes. La respuesta es poco, muy poco, a pesar de la dura guerra vivida y de la cantidad de muertos que han caído por el camino.
Las niñas y las mujeres poco se han beneficiado de la guerra, de los cambios de gobiernos o de que lo talibanes no estén en el poder. No tienen la presidencia del gobierno pero dominan la calle. Y la pregunta que nos deberíamos hacer todos, y especialmente los que tienen poder, es ¿tanto miedo dan mujeres que sepan leer y escribir, que tengan formación?
En el único lugar en donde las niñas han visto mejorar algo su capacidad de poder ir a la escuela en Afganistán es en las grandes ciudades. Cinco millones de niños y niñas no están escolarizados, de los cuales el 37% son niñas. Insisto, eso en las grandes ciudades como Kabul.
Pero el desprecio y odio hacia la mujer llega también a las agresiones físicas como le ocurrió a Aisha Mohammadzai, conocida como Aisha Bibi. En 2009 esta joven de 19 años fue sacada violentamente de su casa por los talibanes. Tras permanecer cinco meses encerrada en una cárcel, un tribunal rural la juzgó y determinó que debía servir de ejemplo para otras mujeres, por lo que a modo de condena, la envió de regreso con su marido. Este la llevó a las montañas, le ató sus manos y pies, y le dijo que como castigo le cortaría la nariz y las orejas. Y así lo hizo, dejándola abandonada en las montañas.

 Según relató al programa "Daybreak" de la cadena británica ITV, tras el ataque Aesha logró llegar hasta la casa de su abuelo, desde donde fue trasladada  hasta un centro médico estadounidense, lugar en el que permaneció por 10 meses. Posteriormente, fue llevada a un refugio secreto en Kabul y luego viajó a Estados Unidos, gracias a la ayuda de una organización humanitaria.
En 2010, la revista Time publicó la fotografía de Aesha sin su nariz en la portada de su edición de agosto. La imagen, que fue tomada por la fotógrafa Jodi Bieber en un centro de mujeres maltratadas de Afganistán, fue elegida como la mejor de ese año en los premios World Press Photo. En la actualidad, Aesha vive en Maryland, Estados Unidos, donde una pareja cuida de ella.
Pero por qué le ocurrió eso a Aisha: pues simplemente porque su padre, cuando la niña tenía 12 años prometió darse a un combatiente talibán como compensación por un asesinato que un miembro de su familia había cometido. A los 14 años ya estaba casada y sometida a constantes abusos hasta que a los 18 años intentó huir. Y esa fue la razón de su mutilación facial.
En Pakistán solo se dedica un 1% de su presupuesto a educación (especialmente para varones) mientras que gastan un 30% en armamento. Mientras tanto, jóvenes como Malala, Aisha o Nassima tendrán que seguir soñando y jugándose sus vidas por una vida mejor para las mujeres.
 

domingo, 23 de febrero de 2014

Mujeres invisibles



Una lectora, María Teresa Cobos, escribía hace casi un año lo siguiente, a propósito de la escasez de artículos de opinión suscritos por firmas femeninas: “Es desesperanzador comprobar que en este aspecto relativo al 50% de la sociedad española, el diario no esté a la altura que corresponde a nuestro tiempo y a nuestras circunstancias. ¿Cómo podemos progresar ignorando el 50% de nuestras capacidades?”. Desde entonces, no ha habido mejoras palpables y la queja se reproduce. Y es una situación que el propio diario no ignora. En el blog Mujeres de la edición digital se publicaba en septiembre un artículo de María Ángeles Cabré, directora del Observatori Cultural de Gènere (OCG), donde glosaba el análisis comparativo realizado con distintas cabeceras que se publican en Cataluña y en el cual este diario figuraba como el “más paritario”, pero, y eso es lo preocupante como indicativo de una situación general, con un porcentaje muy bajo (25,87% de firmas femeninas). Y no es idéntica la presencia en la columna de última, equitativa, que en La Cuarta Página, donde el porcentaje de intervenciones de autoras no llega al 7%. En el citado texto, se aseguraba que “la voz de la opinión es una voz afónica por lo parcial y desenfocada, por lo poco representativa de la inmensa población a que va destinada, donde hombres y mujeres se reparten las calles casi en la misma proporción. (…) Lo dicho, en el periodismo los malos hábitos del patriarcado se siguen perpetuando y cualquiera diría que estamos aún en los años setenta, cuando la voz de las mujeres se empezaba realmente a oír”.

Cabré me comentó que esta menor visibilidad antes podía justificarse como reflejo de una realidad: la mujer ocupaba un lugar secundario en la empresa, la universidad, etcétera. “Ahora no es así y, sin embargo, en el mundo de la cultura y el periodismo sigue infrarrepresentada porque el referente simbólico no ha cambiado, sigue siendo el hombre. La cultura y el periodismo, en este sentido, van por detrás de la sociedad y perpetúan con más claridad el trato desigual”.


Trasladé la cuestión al subdirector responsable de Opinión, José Manuel Calvo, quien reconoció la veracidad de estos datos, que lamentó, y aseguró que la sección trabaja para mejorarlos progresivamente.

Pero el rastreo por parte de nuestros lectores de la atención hacia lo femenino no se limita a la cuota de articulistas en Opinión. M. Eugenia Ibáñez reprochaba en enero que para elaborar la lista de mejores deportistas del año se hiciera una encuesta en la que de 75 personas consultadas, únicamente 18 eran mujeres, “el 22,6% del total. ¿Es ese un porcentaje justo tras los resultados del año? ¿Qué han hecho deportistas como Pedro de la Rosa, Contador, Mata, Silva, Villa, Verdasco... para ser considerados los mejores y, en consecuencia, obtener el privilegio de elegir a la estrella del panorama deportivo del año? Se me ocurren, a bote pronto, una veintena de nombres de mujeres con mayores méritos que los deportistas citados”. La carta se encabezaba con una reflexión más general: “No parece que la sección de Deportes avance en demasía en el propósito de dar al deporte femenino un trato más considerado, más acorde con los resultados que las deportistas españolas están ofreciendo”. José Sámano, redactor jefe de Deportes, me remitió su respuesta a las dos cuestiones. Con respecto a la encuesta, admite que no repararon en el equilibrio de sexos, pero la selección de encuestados también responde a otros factores como la negativa a responder de algunos o, simplemente, al éxito a la hora de localizarlos. “Quizá sea bueno que en la de este año seamos más equilibrados, pero de verdad que no hay nada premeditado”. Con respecto a la atención al deporte femenino, Sámano recuerda que en los Juegos Olímpicos de Londres se convirtió el éxito del equipo femenino español en hilo de la cobertura. “Hemos creado un blog específico, Ellas ganan (http://blogs.elpais.com/ellas-ganan/), donde queremos interactuar con todas y siempre que podemos damos cancha a las deportistas”. Con el citado blog, comenta Sámano, se quiere dar mayor visibilidad al deporte femenino y la sección no descarta otras iniciativas en este sentido. Curiosamente, una queja similar, sobre la poca atención mediática al deporte femenino, le llegaba al ombudsman de The Observer en diciembre. Esta misma semana, otro lector, Bernardo Frau, subrayaba que el diario no se había hecho eco del récord mundial femenino de la media maratón y se preguntaba si no se tuvo en consideración por no ser masculino. En España, de 3.498.848 deportistas federados en 2012, 721.766 eran mujeres.


El chequeo de los lectores en esta cuestión no se basa únicamente en contabilizar las carencias. También, a veces, la cita expresa a la condición de mujer de la protagonista de una información se analiza como anómalo. Esto hizo, y lo argumentaba, Guillermo Ferrer a propósito de una noticia titulada: “UGT aspira a recuperar la credibilidad tras elegir a una mujer como líder”. Y escribía: “En un primer lugar, se podría entender que alguien está convencido de que por el hecho de elegir a una mujer, UGT cree que se va a recuperar la credibilidad automáticamente. Es evidente que esto no tiene por qué ser así, pero de cualquier manera se puede intentar hacer pensar a la población que va a serlo. No obstante, no hay en la noticia nada sobre que esta sea la intención de UGT”. El lector considera que cabe que únicamente se pretenda destacar dos hechos independientes (la condición de mujer y la recuperación de credibilidad), pero en este caso considera la formulación del titular confusa. Y se pregunta: “¿Por qué el periodista cree que su condición de mujer es tan importante como para remarcarla en el titular? Imagine el caso contrario. ‘UGT intenta recuperar la credibilidad, tras elegir a un hombre como líder’... ¿no le parece ridículo?”. Manuel Planelles, autor de la información, no valora si sería ridículo, “lo que está claro es que no sería una noticia. Porque el secretario general de UGT en Andalucía siempre ha sido un hombre en sus 125 años de historia, con lo que no tendría sentido periodístico destacarlo. De igual forma, no hubiera tenido sentido destacar que un hombre presidía la Junta cuando José Antonio Griñán fue elegido presidente andaluz. Pero, cuando Susana Díaz le sustituyó, sí se subrayó que una mujer era la presidenta de la Junta, porque este cargo siempre ha sido ocupado por hombres hasta ahora. Carmen Castilla, tras ser elegida secretaria general de UGT en Andalucía, recordó ante los periodistas que era la primera mujer que lideraba la central en 125 años. Resaltó además, como también se apunta en la información, que su objetivo era ‘recuperar la credibilidad’ del sindicato, afectado por el supuesto mal uso de fondos públicos”. El titular, prosigue, reúne las dos ideas, que es la primera mujer y que UGT busca recuperar la credibilidad, pero el “tras” no pretende sugerir que intentará recuperarla por el hecho de que su nueva secretaria general sea mujer.
TOMAS DELCLOS

jueves, 20 de febrero de 2014

¿Ser mujer es mejor?

La biología moderna está quitando razón a la antigua oración del Talmud en la que los varones dan gracias a Dios “por no haberlos hecho mujer”. Los hombres Nos hemos empeñado siempre en presentar a la mujer como más débil y ahora resulta que la ciencia nos dice que, al revés, somos nosotros el sexo débil, como afirma Robert Tan, especialista en gereatría, de la Universidad de Houston, en Estados Unidos.

Cada día nuevas experiencias en el campo científico descubren que la naturaleza es fundamentalmente femenina y que por eso todo lo relativo a esa feminIdad ha sido dotado de una fuerza especial para que mejor se puedan perpetuar las especies y puedan cuidar mejor de la prole.
En la naturaleza, el sexo femenino ha sido privilegiado. Desde siempre nacen más mujeres que varones, y aunque nadie sabe explicar el porqué, ese dato se sigue perpetuando.
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Más aún, existen índices más elevados de mortalidad en todas las enfermedades entre los mamíferos masculinos, incluidos los humanos, que entre las hembras. De ahí que la edad media de vida de las mujeres, si se exceptúan las de países donde es esclava y discriminada, como en Pakistán y Bangladesh, sea en todas partes más alta que la de los varones. En España la diferencia actual llega a seis años de diferencia: 79,2 años para los varones y 85 para la mujeres.

Se han buscado siempre explicaciones a esta anomalía, pero no existe ninguna realmente científica. Lo que sí parece cierto es que todas las enfermedades que causan mayor número de muertes, matan más varones que mujeres, y “no sabemos por qué”, afirma, Demetrius Porche, del Health Center School of Nursing, de Nueva Orleans.

El 90% de los que hoy alcanzan los 110 años, que ya no son pocos, son mujeres y solo un 10% varones.

La naturaleza, explican los biólogos, necesita producir 104 fetos machos por 100 fetos hembras, ya que supone que los varones mueren más. Entre los prematuros, en efecto, mueren más los machos que las hembras.

La mujer también tiene más desarrollados los cinco sentidos que los varones para mejor poder defender a la prole ya que en todos los mamíferos es ella la que cuida principalmente de los hijos.
En los varones, entre 18 y 70 años, el corazón puede reducirse hasta cuatro veces, cosa que no suele ocurrir con las mujeres, de ahí que mueran más varones de infarto.

El organismo femenino ha evolucionado para ser más resistente que el del varón porque la naturaleza misma lo ve como el garante del éxito de la reprodución.

Otro dato digno de estudio es que se suicidan tres veces más varones que mujeres y ellos se ahogan 11 veces más que ellas. Podría darse porque los varones, explican los expertos, tienen mayor cantidad de testosterona lo que los hace ser más agresivos y competitivos, exponiéndolos más al peligro con el resultado de acortar sus vidas.

De ahí que en el lenguaje científico se diga que los varones somos “genéticamente más descartables”, como si la naturaleza nos necesitase menos que a las mujeres.

Otro de los motivos que hace a la mujer más fuerte es su capacidad de poder hacer frente a más tareas al mismo tiempo que el varón, que suele centrarse sobre todo en el trabajo. La mujer atiende al mismo tiermpò a la casa, a los hijos y al trabajo. Por mucho que que hayan cambiando las cosas y los varones asuman también tareas hasta ayer consideradas femeninas, lo cierto es que la mujer las realiza con mucha mayor naturalidad y sin tanto esfuerzo. Aguanta más cargar con todo.
La mujer también es más fuerte no solo frente al dolor interno, sino también externo. Se desencaja menos, por ejemplo, ante las tragedias corporales que los varones, porque desde la adolescencia tiene una relación estrecha con la sangre. Y más tarde con el parto. Los hombres nos ponemos más nerviosos e inseguros ante las enfermedades.

En las situaciones difíciles, la mujer también sale mejor a flote. Son más fuertes y eficaces porque poseen mayor capacidad de movilizar afectos y apoyo ajeno, dicen los psicólogos. Al varón le cuesta más pedir ayuda, lo que lo hace más débil frente a circunstancias emergenciales.
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Y si la mujer es más fuerte frente al dolor, lo es también frente a la soledad. Está más que probado que les es más fácil a las mujeres vivir solas sin dramas. Solas no quiere decir sin afecto. Ellas, sin embargo, se organizan mejor cuando, por ejemplo, se quedan viudas o se quiebra su matrimonio. Nosotros nos perdemos más fácilmente en la soledad.

Si todo esto es cierto, cabe preguntarse, como lo hace el científico americano Tan, si en efecto el sexo débil no será el varón y no la mujer.
Es fácil escuchar hoy de boca -no solo de los hombres sino también de las mujeres- que el feminismo ha muerto, ya que condujo a una cierta masculinización de la mujer, que pretendió, como se decía en la vieja España, “llevar pantalones” como los varones.

Nadie duda que el feminismo, como todos los movimientos de liberación, produjo errores y sombras, pero no sería justo olvidar que, sin aquella revolución de las mujeres, aún hoy no tendrían derecho al voto ni estarían injertadas en el mundo del trabajo y serían aún más esclavas de lo que lo siguen siendo, sobretodo en los ambientes más humildes de la sociedad.
Sin aquel feminismo no existiría la posibilidad para las mujeres de poder contraer matrimonio con una pareja de su sexo; no podrían, juntas, adoptar un hijo. No podrían abortar ni divorciarse. Muchas cosas les serían aún prohibidas o consideradas tabú. En la España franquista las mujeres no podían tener una cuenta en el banco ni viajar sin permiso del marido y era mal visto que estudiaran en la Universidad. Hoy la mujer tiene una libertad para disponer de su cuerpo y de su vida que nunca tuvo en el pasado. En Italia existió hasta no hace mucho el delito de honor, una triste y dolorosa herida a la mujer.

Hoy se insinúa que la mujer necesitaría de un segundo movimiento feminista para conseguir lo que aún no ha podido realizar, como la igualdad de recompensa salarial en el trabajo o su reconocimiento pleno dentro de las instituciones, entre ellas la de las iglesias. Un segundo movimiento femenista, se dice, podría acabar con los últimos restos de discriminación de la mujer frente al varón . Su presencia en los gobiernos y en la política en general es, en efecto, aún irrisosoria, comparada con la presencia masiva de los varones. Y en la Iglesia la mujer sigue siendo discriminada. Hasta hace poco ni podía acercarse al altar porque era considerada “objeto de tentación y pecado”. El gran doctor de la Iglesia, Santo Tomás de Aquino, llegó a dudar que las mujeres tuvieran alma. Es en la única institución en la que aún no puede llegar a la máxima jerarquía. Lo puede hasta en el Ejército. Hasta el papa Francisco ha afirmado que la Iglesia necesita con urgencia una “nueva teología de la mujer”.

Como hemos visto, tanto la biología como el sentido común, dejan claro que la mujer es en casi todo, si es que no en todo, no solo diferente sino superior al varón.

Sería, en efecto, más fácil -me decía un psicólogo- concebir un mundo solo de mujeres que solo de hombres. Ellas se las arreglarían mejor para ser autosuficientes, para autosatisfacerse, mientras que nosotros nos perderíamos sin la compañía femenina. Y ellas pueden hoy procrear sin necesidad del compañero, mientras que el varón- por mucho que ya lo intentara el loco emperador Nerón- no es factible que un día pueda dar a luz y vivir la sensación única de la gestación.
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Quién sabe si esa cerrazón del mundo masculino de seguir considerando a la mujer de alguna forma inferior y de hacérselo ver en lo concreto de cada día, no se deba a una envidia latente del varón que advierte (aunque no lo confiese) que ellas son superiores también porque “son más capaces de ser felices” aún en medio de las adversidades, como sostenía el Nóbel portugués de Literatura, José Saramago, que en sus novelas glorificó siempre a las figuras femeninas.

Las mujeres se enfrentan también mejor a las grandes tragedias de la vida.

Pregúntenselo si no a tantos millones de ellas, sobre todo pobres, a las que los hombres las han dejado solas con sus hijos y han tenido que salir a flote sin sucumbir. Pregúntenselo a tantas esposas y madres de las favelas de las grandes urbes que acaban llevando sobre sus espaldas el peso de la casa y de los hijos. Siempre me ha impresionado que las balas perdidas contra adultos acaban casi en un 100% en el corazón de mujeres o de niños llevados en sus brazos.

Hoy, en Brasil, y me imagino que en toda América Latina, ha crecido enormemente el número de hogares en los que la mujer, abandonada por el marido, se ha convertido en el “jefe de familia” como se decía antiguamente. Y no se hunden. Acaban siempre saliendo adelante.
Quizás un nuevo feminismo ni haga falta. La mujer ya sabe lo que quiere, sabe lo que le espera de un mundo que sigue siéndole hostil y violento. Lo sabe y lucha contra esa fatalidad. Y ha aprendido ya a hacerlo con nosotros, sin nosotros y hasta contra nosotros... Nos guste o no.
JUAN ARIAS

martes, 18 de febrero de 2014

Las científicas y técnicas cobran un 30% menos de salario que sus compañeros

"Tener mayor formación no significa igualdad en el salario", ha explicado este lunes la secretaria para la igualdad de UGT Almudena Fontecha. El informe que ha presentado destaca que las profesionales de ciencias y técnicas cobran un 30% menos de salario que su compañeros. Sobre la desigualdad entre la pobreza de hombres y mujeres, Fontecha ha señalado también que el 90% de los hogares monoparentales y con hijos que están sustentados por una mujer son más pobres lo que supone el aumento de la brecha salarial y del empobrecimiento de las mujeres trabajadoras por su concentración de los salarios. "El empleo no remunerado se ha convertido en el único y principal sostén de la familia y se está convirtiendo en muchos casos en el sustituto del estado de bienestar de nuestro país", argumenta Fontecha.
Para Fontecha, con la reducción del gasto público en sanidad, educación y servicios sociales se está produciendo "un suicidio colectivo" y plantea que la solución a la crisis está en crear mayores oportunidades de empleo para las mujeres.
 
Según el documento presentado por UGT para el Día de la Igualdad Salarial, el 22 de febrero, las españolas tendrían que trabajar 84 días más que el sexo masculino para cobrar lo mismo, dos días más que el año pasado cuando se registró una brecha salarial del 22,99%, incrementándose un 0,5% respecto al año pasado. El sindicato ha destacado que en 2011 el salario medio masculino se sitúa en 25.667 euros, mientras que el de las mujeres en 19.767 euros. Más de 26 mujeres de cada 100 trabajan a tiempo parcial, frente a ocho de cada 100 hombres.
El documento destaca que el riesgo de pobreza es mayor para las personas que trabajan a tiempo parcial, y en el caso de las españolas alcanza el 18%, cuatro puntos más que la media del resto de europeas.

Fontecha ha dicho también que "el número de mujeres ocupadas es un 16,3% inferior al de hombres con empleo".  Por sexo, en ambos tipos de jornada la ganancia media anual aumentó en los hombres y disminuyó en las mujeres. De media, las que poseen un trabajo a tiempo parcial, percibieron 719 euros mensuales, mientras que los hombres 730.
Respecto a las pensiones de las mujeres, estas también se sitúan mayoritariamente en las cuantías más bajas, con una media de 440 euros mensuales.
La secretaria para la Igualdad de UGT ha recalcado que "desempeñar el trabajo a jornada completa no es sinónimo de percibir mayor salario, como se constata en el sector de la hostelería" donde ellas ganan un 36,03% menos de la media anual del salario de los hombres.

miércoles, 12 de febrero de 2014

126º aniversario del nacimiento de Clara Campoamor

"República, república siempre, la forma de gobierno más conforme con la evolución natural de los pueblos".


Clara Campoamor Rodríguez fue una política española, defensora de los derechos de la mujer y principal impulsora del sufragio femenino en España, logrado en 1931, y ejercido por primera vez por las mujeres en las elecciones de 1933.



(...)Resolved lo que queráis, pero afrontando la responsabilidad de dar entrada a esa mitad de género humano en política, para que la política sea cosa de dos, porque solo hay una cosa que hace un sexo solo: alumbrar; las demás las hacemos todos en común, y no podéis venir aquí vosotros a legislar , a votar impuestos, a dictar deberes, a legislar sobre la raza humana, sobre la mujer y sobre el hijo, aislados, fuera de nosotras. ("El voto femenino y yo").