sábado, 8 de febrero de 2014

La Junta defiende la igualdad de las mujeres en la investigación



La consejera de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, María José Sánchez Rubio, ha abogado este viernes por fomentar la participación de las mujeres en condiciones de igualdad en el campo de la investigación, incrementando la presencia de las investigadoras en los grupos de trabajo que se conformen.

La consejera ha hecho estas declaraciones durante la inauguración en Granada de la III Jornada de la Asociación de Investigadoras y Tecnólogas de Andalucía, fundada a finales de 2001 para promover la plena incorporación de las mujeres a la investigación científica y técnica en todos los niveles.

Entre los objetivos de esta asociación figura la creación de una red de nodos regionales para divulgar sus fines, reclamar a las instituciones científicas que aporten datos desagregados por sexos y organizar seminarios y coloquios para el debate sobre esta materia.

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Sánchez Rubio ha resaltado el esfuerzo inversor del Gobierno andaluz en investigación, a lo que ha destinado en los últimos cuatro años 250 millones.
El Consejo de Gobierno aprobó el martes pasado la estrategia de investigación e innovación en salud 2014-2018, que incluye una inversión de 66,6 millones de euros este año, ha recordado.
 La consejera ha fijado como objetivo que el 40 % de los profesionales que los componen los equipos de investigación sean mujeres.

En el acto también ha intervenido Catalina Lara, presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas de Andalucía.

Lara ha incidido en el hecho de que aún es "muy lento" el ascenso a posiciones superiores en la Universidad de la mujer, a quien le cuesta "el doble" que al hombre ascender profesionalmente.

 Ha puesto como ejemplo de ello un estudio elaborado por la Universidad de Yale y dado a conocer el año pasado. El estudio consistió en la elaboración de un mismo currículo ficticio (uno con nombre de mujer y otro con nombre de hombre) que se envió a profesores de universidades relevantes para que evaluaran conceptos como la competencia profesional del candidato o el salario que le propondrían para un determinado puesto académico.

En el caso de los currículos con nombre de hombre (John), la puntuación fue "muy superior" a la recibida por los que llevaban nombre de mujer (Jennifer), pese a tratarse del mismo.

Pero lo que Lara considera aún más llamativo es que cuando quien puntuaba era una profesora también se producía el mismo sesgo de género.

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