sábado, 1 de diciembre de 2012

“Soy gitana, tengo mi peluquería y soy independiente”



Las desigualdades entre hombres y mujeres en la sociedad actual son evidentes, y esta realidad se  intensifica aún más cuando se trata de etnias como la gitana. Pero al igual que ocurre en la población en general, en la que las mujeres luchan por conseguir la igualdad, las nuevas generaciones de gitanas también llevan años sumadas a esta batalla. Este colectivo sabe que en su caso deben, además, derribar muros mucho más altos, como el arraigo quizá mayor a ciertas creencias y valores discriminatorios. Así lo han reconocido en las XVI Jornadas Estatales de Mujeres Gitanas en la Fundación Secretariado Gitano, celebradas este martes.
María Fernanda Gabarri ha conseguido derribar algunas de esas barreras. Con 16 años decidió cursar un módulo de estética en formación profesional para poder ser "dueña" de su vida. “Soy gitana, tengo mi peluquería y soy independiente”, comenta muy orgullosa. Gabarri reconoce que siempre tuvo el apoyo de su familia, sobre todo de su madre. "Desde chica me lo enseñó y lo tengo grabado. Me decía: 'estudia y ten un futuro para no depender de nadie más que de ti misma y de tu trabajo'. Y Eso llevo haciendo desde entonces", explica sonriendo.
Y hay mas ejemplos como el suyo, ha recalcado Isidro Rodríguez, director la Fundación Secretariado Gitano. Ejemplos de que es posible reducir las desigualdades mediante la educación y la integración social. "Aunque aún hay mucho por hacer", ha reconocido. Por eso, ha animado a que mujeres como Gabarri difundan esos valores que a ellas les han servido, dentro de su comunidad.
A pesar de que cada vez son más frecuentes historias de éxito, todavía existen tres grandes barreras para la integración de las gitanas: el género, la etnia y la falta de formación. Es lo que han recordado María del Carmen de Andrés Martínez, jefa de área de programas del Instituto de la Mujer, y Carmen Santiago, patrona de la Fundación Secretariado Gitano. La primera ha explicado que las mujeres gitanas siguen padeciendo altos indices de analfabetismo, pobreza y racismo. La tasa de paro de éstas es, además, tres veces mayor que la del resto de mujeres. Por eso, ha insistido en la importancia de la formación para eliminar estas desigualdades.
Santiago coincide en que la educación es muy importante, pero además llama la atención de la necesidad de "involucrar a los hombres". "Es necesario que dialoguéis con ellos, con vuestros maridos, padres y parejas. Tenéis que lograr que os apoyen en vuestras decisiones, retos y proyectos", ha dicho a las asistentes.
Emilia Vázquez Montaño, gitana de 38 años, es agente cultural del Grupo de Mujeres Gitanas.  Se reconoce como una de las excepciones dentro de su comunidad y no es porque su pareja "sea payo", cuenta; sino porque llevan más de 12 años conviviendo con él, aunque no tienen ninguna intención "de pasar por la vicaria". Algo que rompe directamente con las tradiciones más conservadoras de la comunidad gitana en la que las chicas habitualmente se casan en la adolescencia. "Hemos tenido suerte porque nunca nos han discriminado por ello y nos han apoyado,  pero siendo realista esto no suele pasar casi nunca", añade.
EL PAÍS

“Su mujer está abandonando Arabia Saudí”

“Su esposa ha cruzado el control de pasaportes del aeropuerto de Riad”, avisaba el SMS del Departamento de Inmigración de Arabia Saudí. El receptor y su mujer, que estaban a punto de coger un avión juntos, no daban crédito. ¿A qué venía tal preocupación por parte de las autoridades? La difusión de su caso en Twitter ha sacado a la luz el descontento de muchos saudíes con el trato de segunda clase que el Reino del Desierto da a sus ciudadanas.

“Las autoridades están usando la tecnología para vigilar a las mujeres”, ha denunciado Badriya al Bishr en el diario Al Hayat. La medida da pie a la activista para criticar “el estado de esclavitud en el que se mantiene a las mujeres” en Arabia Saudí, un país en el que necesitan el permiso del padre o del marido para trabajar o viajar, y el único del mundo que les prohíbe conducir. Pero ni el sistema es nuevo ni se ha implantado para controlarles específicamente a ellas. Los cabezas de familia reciben avisos cada vez que sale del país uno de sus dependientes, incluidos los empleados extranjeros bajo su patrocinio. También en otros países de la zona.
Hace un par de años que Eman al Nafjan contaba como al irse de vacaciones descubrió que su marido recibía un mensaje en el móvil cada vez que ella viajaba al extranjero. “Soy una mujer adulta que ha estado ganando su propio sueldo durante más de una década, pero para el Gobierno saudí, sigo siendo una ‘dependiente’ hasta el día que muera debido a mi sexo”, se quejaba entonces en su blog.
La misógina legislación saudí considera a las mujeres eternas menores de edad. Todas sin excepción necesitan tener un mehram, guardián o custodio legal, que además del marido, puede ser el padre, un hermano e incluso un hijo menor: cualquier varón con quien el grado de parentesco haga imposible el matrimonio. Se las inscribe en su carné de identidad y hasta fechas recientes no tenían derecho a tener un DNI propio. En consecuencia, la norma que exige que los dependientes cuenten con autorización para salir del reino, incluye a las mujeres.
"Soy una adulta que ha ganado su propio sueldo, pero para el Gobierno, soy una ‘dependiente", dice una mujer
Los polémicos SMS son el resultado del programa de servicios electrónicos (denominado Absher) que el Ministerio del Interior introdujo el pasado abril para facilitar su atención a los ciudadanos. Tras completar un formulario que incluye el número de móvil, el nuevo sistema permite, entre otras cosas, obtener de forma telemática el permiso de viaje para los dependientes. Esa gestión que hasta entonces requería personarse en la oficina de pasaportes y se reflejaba en una hoja amarilla, queda almacenada en base de datos del Departamento de Inmigración. Cuando el autorizado pasa el control de pasaportes, envía el aviso.
“Antes había que inscribirse para obtener ese servicio, pero ahora cualquier [hombre] saudí con personas a su cargo recibe esos mensajes”, explica Al Nafjan en un e-mail. Eso afecta tanto a los miembros de su familia como a los trabajadores extranjeros cuya entrada en el país haya esponsorizado, un controvertido sistema que las organizaciones de derechos humanos critican periódicamente.
“¿Por qué no colocamos un microchip a nuestras mujeres para saber dónde están?”, propone sarcásticamente un tuitero. “Si necesito un SMS para saber que mi mujer está saliendo de Arabia Saudí, o estoy casado con la mujer equivocada o tengo que ir al psiquiatra”, escribe otro. El debate se ha centrado en el control sobre las esposas que permite el nuevo sistema, pero el problema está en los valores patriarcales que hay detrás y que convierten a los saudíes en dueños virtuales de sus mujeres y sus empleados. En Qatar o en Emiratos Árabes Unidos, donde las autoridades alientan la participación de la mujer en la vida pública, no se ha suscitado una discusión semejante a pesar de contar con servicios de aviso similares.
EL PAÍS