lunes, 28 de octubre de 2013

Las mujeres hacen historia, pero desaparecen de la Historia

La Revolución Francesa proclamó en 1789 “los derechos del hombre”. ¿Los derechos de todos los humanos de Francia? No. Las francesas no pudieron votar hasta 156 años después.
Si decimos que los campesinos eran la mayor parte de los trabajadores desde el Neolítico hasta la revolución industrial nos vienen a la imaginación miriadas de varones adultos trabajando la tierra. Imagen falsa: el trabajo en el agro era de toda la familia campesina desde la niñez. Y las mujeres asumían una parte principal en las labores más diversas.
Si no queremos que la mitad de la humanidad permanezca desaparecida de nuestras clases de Historia, tenemos que cambiar lo que enseñamos. Hacer visibles a las mujeres es mostrar una historia más rica y verosímil. No se trata de hacer una “historia de las mujeres” (cosa por otra parte muy necesaria), sino que la historia que vemos en las aulas refleje de verdad a quienes han intervenido en ella.
En esa línea hemos trabajado en el instituto Alhamilla, de Almería en tratar de hacerlas visibles. Y lo hemos hecho de este modo:
“Sus labores”, el trabajo invisible
Es importante que aparezcan en toda su complejidad, variedad e imprescindibilidad las actividades que se han considerado como “femeninas” y mayoritariamente desvalorizadas.
Refiriéndose a la prehistoria, María Encarna Sanahuja nos señala una serie que también podemos tomar como referencia también sobre otras épocas históricas: “La reproducción de nuevos cuerpos de hombres y mujeres, el cuidado y la socialización de niños y niñas, las atenciones a enfermos/as y ancianos/as, el mantenimiento del ajuar doméstico, el procesado de los alimentos, la consecución de madera o agua, la confección de prendas de vestir, la producción cerámica de tipo doméstico, la construcción de las viviendas, en una palabra, todo lo relacionado con el mantenimiento de la vida y de los objetos y, por lo tanto, básico para la reproducción social de cualquier grupo”.
Protagonistas discriminadas
Debemos recuperar a las mujeres que, por la razón que sea, han sido protagonistas en la historia. “Buenas” y “malas”, hayan representado un papel profeminista o tradicional, sean famosas partiendo de cero o gracias a sus relaciones familiares (circunstancia esta que se suele señalar para las mujeres, pero que se olvida con frecuencia para los varones, a pesar de que, por ejemplo, la mayoría de los reyes han logrado su puesto en la historia por ser “familiar de..”).
Mujeres que simbolizan una coyuntura histórica
Si tenemos que ejemplificar la represión en el primer tercio del XIX, podemos escoger perfectamente al personaje de Mariana Pineda. En el movimiento por la igualdad de derechos de la población afroamericana en los USA a Rosa Parks, etc.
La historia y lo privado
Cuando se estudia la vida de cualquier mujer, volvemos al ejemplo de Mariana Pineda, enseguida surgen ancestros (en este caso biológicos y adoptivos), marido, pretendientes, y descendientes. Cosa que no ocurre con igual énfasis en el caso análogo masculino (¿Quien sabe algo, a bote pronto, de las vicisitudes privadas y familiares de Torrijos). Eso hace que la vida de personajes femeninos aparezca más real y, por lo tanto, más histórica.
A la inversa, si descendemos desde el escenario iluminado de la “grandeza” (algo tremendamente parcial y, por tanto, antihistórico) a la complejidad de lo cotidiano, nos encontraremos, al chocar con la realidad, con las mujeres como sujetos históricos.
394px-Eucharius_Rößlin_Rosgarten_Childbirth El estudio de las edades
El capitán que luchó en Waterloo, dispuesto a morir junto a Napoleón, no nació adulto. Tuvo sus edades anteriores y, si sobrevivió, posteriores. En los libros de historia raramente aparecen las edades menores y superiores, y así se liquida un amplio porcentaje de la historia humana. Pero si traemos a primer plano esas edades, también aparecerá la historia de las mujeres. Y viceversa: al tratar del género femenino aparecen, casi necesariamente, las diferentes edades.
Trabajo femenino con etiqueta masculina
Al inicio nos referimos al campesinado preindustrial. Pero no solo al trabajo campesino. Habría otros muchos ejemplos: por ejemplo, se desconoce bastante la participación de las mujeres en los trabajos masculinos de la revolución industrial. Es importante realzar el femenino para que un pretendido masculino generalizador no oculte lo que normalmente no vemos.
 La infravaloración del trabajo de las mujeres
Las mujeres del textil catalán, la sevillanas del tabaco, las secretarias inglesas, las manipuladoras de los almacenes del milagro almeriense... se miran con cierta displicencia (o directamente ausencia) en nuestros libros escolares. Empezando desde atrás: la minusvaloración en el estudio de la prehistoria de la recolección de alimentos y otras actividades que estaban más ligadas a las mujeres.
La explotación de las mujeres
Además de la explotación económica sobre el conjunto de las clases trabajadoras que ha existido en todas las sociedades de clases, debemos señalar en nuestros materiales el plus que han sufrido las mujeres. Y para descubrirlo tomamos como guía lo que muy bien nos señala Trinidad Escoriza Mateu:
“En cualquier caso, hablaremos de explotación sobre el colectivo femenino cuando:
• La mayor parte de las cargas laborales corran a cargo de las mujeres, mientras lo producido beneficia a todo el grupo.
• O bien, si los tiempos de trabajo invertidos son desiguales y extenuantes para las mujeres y beneficiosos para los hombres.
• O incluso, si se constata la presencia de mecanismos que invisibilizan y ocultan el trabajo femenino como riqueza social acumulada, puntualmente y/o a lo largo del tiempo.”
La lucha de las mujeres por sus derechos
Desde la antigüedad se pueden incluir los debates y luchas por los derechos de las mujeres: desde textos legales (Teodora) a religiosos, pasando por los grandes (en masculino) de la filosofía a favor (Averroes) o en contra (Aristoteles).
Y no hay que olvidar “La querella de las mujeres”, con Christine de Pisan y su revival en la Ilustración. Y ya, sin parar, las iniciativas feministas y aquellas otras que, sin aparecer en primer plano, redundaban en mejorar la situación de las mujeres.
El poder de las mujeres
Ha habido mujeres con poder oficial (abadesas,emperatrices...). La historiografía menudea en estudios serios (también en plan de cotilleo) sobre mujeres muy influyentes en la trastienda. El Poder de las mujeres, en todo caso, ha sido minoritario y la exigencia hacía la mujer poderosa ha sido, en general, mayor que para su homólogo masculino.
También debemos fijar la atención en mecanismos de poder más difuso. La misoginia literaria se ha ensañado contra mujeres que tenían un poder cotidiano. Y hay muchas formas de defensa o ataque que han utilizado las mujeres, también hay campos que han sido abandonados al dominio femenino.
Deberíamos partir de la idea de que el poder en mano de mujeres, sea macro o micro, no tiene por qué significar que vaya en beneficio del género femenino en su conjunto.
Los espacios femeninos
Son lugares ambivalentes, refugios, guetos, lugares de control y sometimiento o lugares de desarrollo. La casa, la cocina, el serrallo y la casa de mancebía, los lavaderos, los monasterios, los conventos o los mercados, etc.
Las imágenes y las cuotas
En la iconografía histórica de los libros de texto hallamos una plasmación objetiva de  cómo la ideología ha conseguido que se trate como “existentes” en la historia especialmente a los poderosos y vencedores, preferentemente masculinos. Si queremos ver una historia de la humanidad (y no relatos sobre élites que se sostienen en el aire), los materiales con imágenes  para el  alumnado deben representar también a las mujeres, y especialmente a las de las clases populares en su cotidianidad. Intentamos que las figuras femeninas representen al menos el 60% en los materiales que preparemos y, aun así, estaremos lejos de compensar la visión preponderantemente masculina del discurso histórico ambiental que llega al alumnado por doquier.
Libros sobre las mujeres
Es muy importante que encargemos a los alumnos la lectura de libros y documentos que traten sobre las mujeres o que hayan sido escritos por ellas en una medida significativa.
Historia oral
Cuando encargamos a los alumnos pequeñas investigaciones de historia oral, intentamos asegurarnos que entrevisten a mujeres y que pregunten diversos aspectos que permitan conocer la vida de las mujeres.
Integrando en el perfil académico
Para trabajar en la inclusión de las mujeres en nuestra asignatura de Historia, muchas veces hay que hacerlo desde fuera del libro de texto, pero hay que buscar las formas más integradoras posibles, para que no se convierta, a ojos de los alumnos, en un añadido molesto o insustancial.  


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