domingo, 27 de enero de 2013

Leymah Gbowee y las mujeres que detuvieron una guerra




Hace una década Liberia vivía un verdadero infierno. Tras una cruenta guerra civil de ocho años que terminó con la elección de un jefe rebelde como presidente, el país de 3 millones de habitantes rápidamente se vio inmerso en otro conflicto. La violación como arma de guerra y los niños soldados se volvieron el pan de cada día mientras caudillos militares, cada uno más sanguinario que el anterior, pugnaban por hacerse con el control del país y sus recursos minerales.
Pero las mujeres liberianas estaban hartas. Hartas de ser violadas y abusadas, hartas de ver a sus niños reclutados a la fuerza y entrenados para convertirse en desalmadas máquinas asesinas, hartas de que los bandos se turnaran en cometer los delitos más atroces, hartas de haber vivido todas sus vidas en medio de un baño de sangre…


Lo que empezó con un grupo de mujeres cantando y rezando en un mercado de pescado en Monrovia, la capital, se fue convirtiendo en un movimiento no violento compuesto íntegramente por mujeres que logró detener la guerra. Durante dos años más de dos mil mujeres cristianas y musulmanas -actuando unidas por primera vez y portando camisetas blancas- realizaron piquetes silenciosos en calles, descampados y el aeropuerto, resueltas a impedir que la sangre continuase.

Hicimos lo inimaginable”, dice Leymah Gbowee, la trabajadora social que lideró la Acción Masiva de Paz de las Mujeres de Liberia. “Nadie pensó que pudiésemos sostener una protesta durante dos años y medio”, contaba en el documental “Reza al diablo de regreso al infierno” sobre el movimiento no violento.

Lugares a donde nunca pensamos que iríamos, fuimos”, dice Leymah. Cuando un ministro se negó a hacer públicos unos documentos estatales sobre transacciones de arroz, se plantaron en su oficina hasta que accedió a hacerlo. Cuando grupos armados se negaban a un cese al fuego, viajaron hasta la zona de la batalla, desafiando los consejos de los cascos azules de la ONU. Cuanto más las agredían, más mujeres se les unían.

Pero quizás el momento por el que serán recordadas más vivamente es por su papel  en las negociaciones de paz que pusieron fin al conflicto y lograron la salida de Charles Taylor, hoy juzgado por crímenes de guerra y de lesa humanidad en el Tribunal Penal Internacional de La Haya.
Eventualmente la presión sobre Taylor fue tan fuerte que debió aceptar entrar en negociaciones para poner fin a la guerra, pero los diálogos llevaban siete semanas y no daban ningún resultado. Así que Leymah Gbowee, Comfort Freeman y las demás mujeres rodearon el edificio y les impidieron salir hasta que no llegaron a un acuerdo definitivo.

Después de años de guerra, cientos de miles de muertos, lisiados y exiliados, Liberia avanza a tímidos pero firmes pasos hacia una laboriosa reconstrucción del país, liderada por Ellen Johnson-Sirleaf, la primera presidenta africana. También buscan impulsar una verdadera reconciliación, para evitar que la historia se repita por tercera vez.

Y fueron las mujeres liberianas las que lo lograron.

No hay comentarios:

Publicar un comentario