jueves, 8 de mayo de 2014

Nigeria: ¿Qué es la guerra sino esto?



En Nigeria, hace casi un mes, 200 niñas fueron secuestradas para convertirse en esclavas sexuales de una panda de bárbaros que dicen actuar en nombre de dios, según sus propias declaraciones.

Esta panda de bárbaros se autodenomina Boko Haram, cuya traducción en el idioma local es "la educación es un pecado", lo que conceptualmente incluye especialmente, que las mujeres no deben aprender ni siquiera a leer y escribir, sino quedarse en casa para dedicarse a cuidar de sus esposos y de sus hijos.


¿Se han preguntado por qué un hecho de estas proporciones ha tardado tanto, más de 3 semanas, en llamar la atención de la opinión pública y provocar respuestas internacionales contundentes?
 

La utilización de las mujeres las niñas y los niños como arma y botín de guerra es una constante en la inmensa mayoría de los conflictos armados pasados y actuales. El secuestro de Nigeria, no es una excepción sino una realidad cotidiana a la que se enfrentan las poblaciones civiles de los países en conflicto, que se ceba con las personas más vulnerables, mujeres, niñas y niños, especialmente en los países más pobres.


No es, por tanto, la primera vez que se producen secuestros de estas características, y no ha sido la última. De hecho pocos días después de hacerse público este episodio hemos sabido que se ha producido el secuestro de otras 8 niñas en la misma zona. Seguramente para este grupo terrorista la cuestión es, además, una oportunidad de publicitar su existencia y sus macabros objetivos, y es aquí donde el secuestro de estas niñas se convierte, además de en un crimen horrendo contra los derechos fundamentales, en un símbolo.


Así, esta panda de bárbaros se burla del mundo entero y lanzan a la vez un mensaje claro y coherente con sus pretensiones: las niñas son prescindibles, no tienen derechos, pueden ser utilizadas como arma de guerra, podemos coger lo que creemos que pertenece a otros y hacer con ello lo que queramos, para nuestra propia satisfacción y el escarnio de nuestros enemigos.


Saben que cuentan con la ventaja de la impunidad, de que raramente se juzga y condena a los responsables de este tipo de crímenes, de que en el marco de la seguridad global, los derechos de las mujeres y las niñas, no son una prioridad ni un tema al que se responda con contundencia. De ahí probablemente la insolencia con la que se han producido los comunicados de reivindicación de este atentado. De ahí que alguien pueda decir "Yo he secuestrado a vuestras niñas. (...) Alá me dice que las venda"
 

Situaciones similares de abusos y violaciones sistemáticas como arma de guerra se han producido o se están produciendo en todos los conflictos armados actuales. En Siria, en Sudán, en Somalia, en el Congo, en Uganda, incluso en los conflictos con las guerrillas del narcotráfico de México o Colombia, encontramos historias de personas, fundamentalmente mujeres y niñas, que son brutalmente violadas, asesinadas y utilizadas como botín sexual para los combatientes. Hablamos de miles, de cientos de miles, probablemente de millones de mujeres, niñas y niños en todo el mundo que han sufrido estos abusos, sin que la experiencia vivida y las secuelas sufridas hayan pasado de la consideración de efectos colaterales de los conflictos armados.


¿Qué es la guerra sino esto? Pero sin embargo, los medios de comunicación nos narran los conflictos armados con historias de armas, bombardeos, asesinatos, en riguroso masculino, contribuyendo de esta forma a ocultar la tragedia humana individual de quienes son más vulnerables y son víctimas de la violencia sexual en estos contextos. Y sin el reconocimiento de las historias personales es imposible la sanción y la reparación del daño causado.


La violencia que se ejerce contra las mujeres, las niñas y los niños, debería ser uno de los factores que alerte a la comunidad internacional sobre la necesidad de intervenir en los conflictos bélicos y no sólo la puesta en riesgo de intereses geopolíticos y económicos, como sucede en estos momentos. Esta violencia debería constituir una alerta básica a nivel mundial sobre las posibilidades de que se produzcan cruentos conflictos. La defensa de mujeres, niñas y niños debería ser parte esencial para la seguridad y el patrimonio político global. Pero, por ahora, no es así. Por esto hemos tardado tanto tiempo en tener respuesta al secuestro de más de 200 niñas en Nigeria.
 A girl wearing a T-Shirt with the inscription '' Chibok brings our girls back Alive'' attends a demonstration calling on  government to rescue kidnapped school girls of a government secondary school Chibok, during workers day celebration in Lagos, Nigeria. Thursday, May, 1. 2014. AP Photo/ Sunday Alamba

Por eso, también, es importante que desde la sociedad civil nos sumemos a la exigencia de intervención de los estados para proteger la seguridad de sus ciudadanos, y especialmente sus ciudadanas, y reclamar todos los esfuerzos para el rescate y la protección de estas niñas y de todas las víctimas civiles de la violencia sexual que se utiliza como arma de guerra en el mundo.

El ejemplo del horrendo crimen de Boko Haram, no es una excepción, pero tal vez pueda contribuir a abrirnos los ojos en relación con este problema. Tenemos el deber de demostrar que sí nos importa, porque son nuestras niñas. 
Marisa Soleto www.elmundo.es

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