El caso de las esterilizaciones forzadas en
Perú sirve muy bien para ilustrar lo fría y distante que, en
ocasiones, se muestra la clase política ante –o frente a- sus gobernados. Se
antoja de sentido común que es necesario pedir disculpas cuando miles de
personas, con argumentos coincidentes, irrefutables, aseguran haber sido
esterilizadas a la fuerza. Simplemente porque se violó su íntimo derecho a ser
madre, o padre.
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