lunes, 27 de febrero de 2012

LUZ CASANOVA: UNA MUJER LIBRE Y ENAMORADA

          La mujer es noticia. A los titulares de los periódicos y programas informativos de radio y televisión saltan cada día nuevos nombres de mujeres que hacen historia, que intervienen activamente en el ámbito de la política, las finanzas, el mundo de la empresa, el arte o la cultura. Definitivamente, se puede decir que, a pesar de tantos siglos de marginación, hemos entrado en una era marcadamente feminista. La mujer se está emancipando: puede llegar a ser más ella misma en igualdad de derechos con el hombre.
          La revolución de la mujer está también afectando a la revisión de su papel dentro de la Iglesia, si bien queda aún mucho camino por andar. Así, dentro de la Iglesia encontramos mujeres como Luz Casanova, qué llevó a cabo un modelo de mujer más propio de los tiempos del Concilio Vaticano II que de su época. 
          Luz era una mujer libre y creativa porque era una mujer de oración y de fe, al mismo tiempo encarnada y comprometida con la realidad. Creó múltiples escuelas, centros de salud, comedores y hogares para transeúntes, luchando contra su propia familia, las estructuras civiles de la época y algunos sectores eclesiásticos.
          Aunque algunos momentos de su vida chocan con la mentalidad moderna, no dejan de estar atravesados por una nueva sensibilidad evangélica: ver siempre en el pobre a Jesucristo, a un hermano, a un igual; y entregarse por completo a él, con un amor que lo supera todo: “Que por mí no quede”, repetía una y otra vez.
          Luz Casanova tendió un puente entre la vida religiosa y la vida real de los pobres, creando un colectivo de mujeres, las Apostólicas, que desde entonces han llevado adelante este impulso de amor cristiano hacia los más desfavorecidos.
          Cuando el feminismo era todavía un sueño imposible; una mujer libre, inteligente y enamorada, fue luz para los niños, los pobres, los marginados, los enfermos, los solitarios y cuantos tuvieron y tienen hoy la suerte de contagiarse de ese gran ideal y caminar a su lado.
Adaptado del libro: LAMET, P.M.: Porque tuve hambre… Ed. Sal Terrae, Madrid, 1995.

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